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Ansiedad ante los exámenes.

Ansiedad ante los exámenes.

Es temporada de exámenes. Muchos alumnos de todos los niveles tienen que demostrar en una sola prueba que han adquirido unos conocimientos mínimos sobre la materia que han impartido sus profesores durante unos meses. Sienten que se lo juegan todo en un par de folios, y eso suele producir ansiedad. Si la ansiedad que aparece podemos describirla como estar alerta o muy activado, esto está bien y es lo deseable para afrontar la situación con éxito. Pero en el caso de Julia, siente una ansiedad patológica, excesiva, que no le ayuda a manejar la situación, sino al contrario, le boicotea. Recordemos que la ansiedad tiene un origen evolutivo adaptativo, ya que es la respuesta del organismo que le prepara para luchar o huir ante un peligro real. Como aquí realmente no hay peligro, ya no es adaptativa. Julia está pensando en posibles catástrofes antes de que ocurran y comete cuatro errores en su manera de ver la situación: 1) cree que hay más probabilidad de la que realmente hay de que ocurra lo que teme (por ejemplo, minutos antes de un examen Julia piensa “seguro que lo pondrán difícil y suspenderé”); 2) cree que lo que teme es más grave de lo que realmente es (piensa “si suspendo será horrible”, “como me toque repetirlo me muero”, “si suspendo mis padres me matan”); 3) cree que los recursos propios, los que ella tiene, son insuficientes. No confía en tener unos recursos mínimos que todos por el hecho de ser personas tenemos y cree que su control para salvar la situación y salir airosa es mínimo (“me bloquearé, me quedaré en...
¿Hasta qué punto es normal? (Parte II)

¿Hasta qué punto es normal? (Parte II)

Datos sobre el mundo: declaraciones de la OMS (Organización Mundial de la Salud): *Una de cada cuatro personas padece alguna enfermedad mental a lo largo de su vida. *Cada año, 1 millón de personas aproximadamente se suicida, aunque se cree que son muchos más, puesto que los servicios médicos no suelen registrar el acontecimiento como suicidio, sino como accidente. *Se espera que en 2020 la depresión sea la causa de enfermedad número uno en el mundo desarrollado. *La depresión y la ansiedad son las principales causas de incapacidad en todo el mundo    y la cuarta parte de las visitas a los centros sanitarios. *Las enfermedades mentales representan un porcentaje superior al del cáncer y los trastornos cardiovasculares. ¿Qué conclusiones saco de estos datos? -La proporción es suficientemente alta como para dedicarle unas reflexiones. -Como más vale prevenir que curar, debemos cuidar nuestra salud psicológica mientras esté en nuestra mano. Cuidar algunos hábitos es una buena decisión para empezar. Alimentación, descanso, ejercicio, son algunas de las áreas donde tenemos control. -Otra manera de prevenir sería no sobrecargarnos de tareas, compromisos o tensión de cualquier tipo. Organizarse por prioridades y dedicar un tiempo para cada cosa de forma que no nos desbordemos. -Tener en cuenta que hay personas con cierta predisposición o vulnerabilidad genética, psicológica o ambiental. Ser conscientes de esto puede ayudar a su rápida detección cuando están empezando a sufrir los síntomas de un trastorno. -Si tratamos con alguien afectado por este tipo de dolencias, debemos procurar ser empáticos y no discriminar. Ponernos en el lugar de la persona, desterrar los mitos, los prejuicios y las percepciones estereotipadas. Algunas personas...
¿Hasta qué punto es normal? (Parte I)

¿Hasta qué punto es normal? (Parte I)

La normalidad es un concepto relativo y puede resultar difícil establecer el límite entre lo normal y lo patológico, tanto para profesionales de la salud mental como para cualquier persona en sus relaciones con otros. ¿A partir de qué punto una persona pasa de “tener rarezas” a tener un trastorno psicológico? ¿cómo saber si nuestro amigo siente tristeza o es depresión? ¿En qué momento un estado de nervios momentáneo se convierte en un trastorno de ansiedad? ¿Cómo diferenciamos a una persona con pocas habilidades comunicativas de un fóbico social? Un criterio habitual para los profesionales de la salud mental es atender a: 1) la intensidad de la emoción o del malestar de la persona, o dicho de otra forma, cómo le afecta, qué le hace sentir y qué repercusiones tiene para él/ella y 2) su frecuencia, es decir, cada cuánto tiempo aparecen los síntomas. Una forma eficaz de detectar esto es comprobando en qué medida su problema interfiere en su vida cotidiana. Qué actividades se ve obligado a dejar de hacer a causa del malestar que siente. Si no existe tal interferencia y la persona puede desempeñar todas sus funciones vitales sin sentir malestar emocional, puede hacer su vida normal sin grandes dificultades, en principio no estaríamos hablando de un trastorno mental. Sin embargo, hay infinidad de puntos medios y personas que fluctúan en el tiempo entre los estados leves y los graves, por lo que los trastornos psicológicos no son estáticos, sino muy cambiantes. Esto puede hacer que a veces sea difícil identificar los síntomas a lo largo de su evolución, tanto si se trata de personas de...
Ser empleado o desempleado: ésa es la cuestión.

Ser empleado o desempleado: ésa es la cuestión.

En mi experiencia como orientadora laboral, observé cómo los jóvenes veían mermadas sus ilusiones cuando, después de haber estudiado para especializarse, no encontraban salidas profesionales. Y cómo a los mayores, después de pasar toda la vida trabajando, les despedían y les limitaban su vida laboral antes de que hubiera terminado, dejándoles sin la principal actividad que llenaba su vida de sentido y casi sin pensión. Pero esto es algo que ya sabemos por las estadísticas, cuando nos hablan sobre las personas con más vulnerabilidad en el mercado. Lo que me pareció más interesante fue el hecho de estar en contacto con la realidad de sus vidas y las diferentes percepciones de esas realidades, que además en ocasiones coincidían bastante con mi propia visión, puesto que yo también he sido empleada y desempleada. A lo que me refiero es a cómo cambia el enfoque del día a día de una persona con y sin empleo. Voy a permitidme generalizar: La persona que tiene empleo tiene clara su misión y su rutina, cuál es su sitio, sus tareas u objetivos del día, y sus planes después del trabajo pueden ir enfocados a relajarse, a pasarlo bien o a mejorar su calidad de vida en algún aspecto. Puede apetecerle dedicar su tiempo y sus energías a probar nuevos hobbies o a variar sus actividades, como por ejemplo adquirir una bicicleta de paseo, irse de viaje en sus vacaciones, ir al cine o cenar fuera de casa. Puede plantearse nuevos proyectos vitales, como cambiar de casa, sin que ello suponga un sacrificio… En definitiva, se eleva un escalón en la famosa pirámide de necesidades...
La ansiedad nos sirvió para sobrevivir.

La ansiedad nos sirvió para sobrevivir.

La ansiedad es una emoción tan común que todos la sentimos a lo largo de nuestra vida, y por lo tanto cualquier persona puede decir algo sobre ella o identificar sus síntomas. La llamamos de muchas maneras: nervios, estrés, tensión, agobio, angustia, agitación… ¿Quién no ha sentido nervios minutos antes de un examen, al entrar al dentista o a una entrevista de trabajo? ¿A quién no se le acelera el corazón y nota un calor súbito si ve un coche acelerando en su dirección? De hecho, es tan común porque es una respuesta adaptativa de nuestra especie. Esto quiere decir que hemos evolucionado a lo largo de millones de años gracias a ella. Nuestros antepasados podían encontrarse con peligros reales ante los que tenían que desarrollar alguna forma de reaccionar con el fin de conservar la propia vida. Por ejemplo, si se encontraban con un animal salvaje que podía atacarles, tenían que aprender a huir o luchar contra él para salvar el pellejo. Como es una respuesta que nos sirvió para algo vital, se traspasó de generación en generación. Es más, era una ventaja ser nerviosos, porque los que lo fueron sobrevivieron a las amenazas externas gracias a su capacidad de estar alerta y reaccionar con rapidez. Los que se mantenían tranquilos estando en peligro, se arriesgaban a que el animal salvaje acabara con ellos. En la actualidad, esta respuesta sigue siendo adaptativa cuando se pone en marcha ante un peligro real, como cuando nos asustamos y reaccionamos rápido evitando así que un coche nos pille. Pero cuando nos asustamos de la misma manera y no hay un peligro...
¿Cómo es para ti cambiar de año?

¿Cómo es para ti cambiar de año?

Se ha terminado un año y ha empezado otro. Esta frase puede sonarnos de distintas maneras: Para algunos de nosotros, simplemente se pasa de uno al otro, a otras cosas, así como todos los días vamos terminando cosas y pasamos a la siguiente. No tiene mayor trascendencia, la vida sigue y nuestra rutina va a ser la misma. Miramos siempre hacia adelante, quizá con esperanza de que vengan cosas buenas, pero sin reparar mucho sobre ello. Quizá con intención de poner ilusión y motivación a nuestra vida, pero sin que eso suponga nada extraordinario. No necesitamos reflexionar más que cualquier otro día. Tenemos claras las cosas que hemos de hacer y las hacemos, sin más. Y cuando no las tenemos claras, las aclaramos. No caemos en la parálisis por análisis. Primero tomamos una decisión y a continuación hacemos, y no hay que darle más vueltas. Vivimos en el presente, aquí y ahora, disfrutamos de la vida y nos ocupamos de lo que tenemos delante. Actuamos. El movimiento se demuestra andando. Y después, lo hecho, hecho está, y el pasado ya pasó. ¿Para qué mirar atrás? Si no va a volver… No nos gusta repensar las cosas, preferimos dejarnos llevar y a veces simplemente coger lo que la vida nos ofrece. Aprendemos de nuestros errores por la famosa máxima de ensayo y error. Somos consecuentes y muchas veces tenemos la posibilidad de corregirnos para la siguiente vez. Preferimos centrar nuestra atención en algo útil, que nos sirva para algún fin concreto. Vamos apagando los fuegos que haya que apagar y creando las circunstancias que queramos crear. Somos prácticos. Tenemos la...
¿Nos alteran las navidades?

¿Nos alteran las navidades?

Muchas personas dicen no estar entusiasmadas cuando se acercan estas fechas. Algunas, directamente, se ponen tristes. ¿Por qué? La publicidad nos dice que es un momento de felicidad y armonía, de amor al prójimo, de pedir y cumplir deseos, etc. Sin embargo, hay gente que se pone de mal humor al oír el eslogan: “ya llegó la navidad… pon tus sueños a volar…” 😉 Se me ocurren algunas razones de esa interpretación de los acontecimientos así que voy a hacer de abogado del diablo y enemiga de los anuncios de lotería: – Puede ser que nos guste nuestra rutina, y el hecho de hacer ciertas cosas por obligación (comidas familiares, comprar regalos…) no sea un descanso o algo agradable. – Puede ser que sintamos que es nuestra responsabilidad encargarnos de los preparativos de esos encuentros familiares, y estas fechas sólo implican más trabajo, más previsiones. – Puede ser que precisamente tanto mensaje de felicidad nos incite a tomar conciencia de que estamos en una etapa difícil, y sintamos más clara todavía la diferencia entre lo que tenemos y lo que nos gustaría tener. – Luego están los recuerdos de pérdidas reales: cuando nos juntamos con familiares y echamos de menos al que ya no está… – Si estamos sin ingresos y la navidad y sus fiestas invitan al consumo innecesario, y eso es justamente lo que hemos estado queriendo evitar todo el año. He oído a gente decir “yo no compraría nada, pero es que entonces quedo fatal”. – No poder pasear por nuestra ciudad como nos gustaría por las aglomeraciones de gente. – No nos sentimos especialmente contentos, y...