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¿Nos alteran las navidades?

¿Nos alteran las navidades?

Muchas personas dicen no estar entusiasmadas cuando se acercan estas fechas. Algunas, directamente, se ponen tristes. ¿Por qué? La publicidad nos dice que es un momento de felicidad y armonía, de amor al prójimo, de pedir y cumplir deseos, etc. Sin embargo, hay gente que se pone de mal humor al oír el eslogan: “ya llegó la navidad… pon tus sueños a volar…” 😉

Stressing Christmas

Se me ocurren algunas razones de esa interpretación de los acontecimientos así que voy a hacer de abogado del diablo y enemiga de los anuncios de lotería:

– Puede ser que nos guste nuestra rutina, y el hecho de hacer ciertas cosas por obligación (comidas familiares, comprar regalos…) no sea un descanso o algo agradable.

– Puede ser que sintamos que es nuestra responsabilidad encargarnos de los preparativos de esos encuentros familiares, y estas fechas sólo implican más trabajo, más previsiones.

– Puede ser que precisamente tanto mensaje de felicidad nos incite a tomar conciencia de que estamos en una etapa difícil, y sintamos más clara todavía la diferencia entre lo que tenemos y lo que nos gustaría tener.

– Luego están los recuerdos de pérdidas reales: cuando nos juntamos con familiares y echamos de menos al que ya no está…

– Si estamos sin ingresos y la navidad y sus fiestas invitan al consumo innecesario, y eso es justamente lo que hemos estado queriendo evitar todo el año. He oído a gente decir “yo no compraría nada, pero es que entonces quedo fatal”.

– No poder pasear por nuestra ciudad como nos gustaría por las aglomeraciones de gente.

– No nos sentimos especialmente contentos, y antes de fingirlo preferimos imitar el argumento de los que dicen que se deprimen en estas fechas.

– Hacemos un resumen de cómo ha ido el año, y nuestro pesimismo nos hace concluir que podía haber ido mejor, y nos frustramos.

– Sentimos estrés por si los Reyes Magos podrán acceder a las peticiones de los niños que tenemos cerca.

– Se acentúan las sensaciones propias del invierno (menos luz, más frío). Esto hace que estemos menos activos y menos alegres. Algunas personas, especialmente vulnerables a esto, realmente lo notan y se deprimen.

Un factor que tienen en común algunas de estas razones es el componente “obligación”. No nos gustan las obligaciones, y las navidades implican unas cuantas. Hay unas costumbres que no nos podemos saltar tan fácilmente. Tenemos que juntarnos con determinadas personas y, aunque tengamos un mal día, hay que sonreír porque ¡es navidad!, hay que comer mucho porque ¡es navidad!, hay que aguantar peor programación en la tele que de costumbre porque ¡es navidad!, y así…

¿Podemos dejar de tener obligaciones sin crearnos una imagen de malas personas o tacaños? ¿Sólo algunas? ¿Cuáles?

Sea como sea, nuestras emociones dependen de nuestra interpretación de las circunstancias. Por lo tanto, podemos elegir adaptarnos lo mejor posible a estas circunstancias. Y si hay un problema que requiere solución, busquémosla.

Puede que no nos gusten los anuncios de lotería y otras muchas cosas, pero no por eso vamos a pasarlo peor estas navidades.

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