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Hipocondria.

Hipocondria.

Daniel ha tomado mucho el sol este verano, se encontró un lunar nuevo y estaba convencido de que era un cáncer de piel. Creía además que la evolución sería larga y dolorosa. Se imaginaba cómo sería recibir el diagnóstico, padecer un tratamiento que no funcionaría, sufrir el deterioro, para finalizar con la muerte y cómo todo esto afectaría a sus seres queridos. Los temores de Daniel iban cambiando de matices, pero siempre en torno a la enfermedad. Estamos hablando de la hipocondria. Aunque aún en algunos manuales figura como “Trastorno somatoforme”, es un Trastorno de ansiedad. Las personas que lo padecen tienen miedo a la evolución de una grave enfermedad, pues la imaginan de progreso lento y angustioso. Están alertas ante cualquier signo sospechoso de su organismo, y cuando lo detectan su ansiedad se dispara, y con ella sus pensamientos catastróficos. Una alta proporción de hipocondríacos tiene, además, ataques de pánico. ¿Qué hacía Daniel para reducir su malestar? Pues consultar al médico, buscar información en Internet, o preguntar a sus seres queridos. A parte, revisaba su propio cuerpo tantas veces como se le ocurría para descartar cualquier señal de peligro. Se miraba con atención y con lupa en modo detectivesco, se tocaba, incluso se pesaba para valorar su estado de salud más general… Y todo esto, que en principio lo hacía para descartar síntomas de la enfermedad, se convertía en un rastreo de tales síntomas. En realidad es como si estuviera empeñado en encontrarlos. Cuando preguntaba al médico y éste le decía que no tenía nada se tranquilizaba, pero le duraba poco el consuelo. No se quedaba conforme y...
Agorafobia.

Agorafobia.

Etimológicamente significa “miedo a los espacios públicos abiertos” en los que puedan presentarse aglomeraciones. Clínicamente es el miedo a tener un ataque de pánico en un lugar del que no puedas escapar con seguridad, o el miedo a tener problemas de ansiedad y no tener la situación bajo control y que pueda resultar difícil o socialmente embarazoso pedir ayuda o escapar. Tiene un punto de miedo al ridículo, de vergüenza. Víctor padecía agorafobia y solía evitar calles llenas, atascos, playas, medios de transporte, esperas, hacer cola, por la sensación de sentirse atrapado y no poder huir de allí en el momento que lo necesitase. A veces no se trataba de un sitio concreto, sino que lo que le provocaba mucha ansiedad era una peculiar combinación de sensaciones y escenarios. Lo habitual es que haya ataques de pánico previos y luego se vaya desarrollando la agorafobia. Pero también se pueden dar por separado, es decir, sólo pánico o sólo agorafobia. Víctor ya había sufrido en el pasado algunas crisis de pánico y tenía mucho miedo de que se repitiera un episodio tan intenso y desagradable. Mientras algunas personas que sufren agorafobia han tenido muy pocos ataques de pánico y lo que les queda vigente es el miedo de que se repita (aunque no suceda), a Víctor le sucedían de forma repetitiva pudiéndose producir en cualquier momento. Vivía con una hipersensibilidad a sus propias sensaciones corporales y a lo que recibían sus sentidos del entorno. Procuraba no frecuentar cualquier lugar en el que creyera que podía agobiarse, que podía aumentar su ansiedad y que no la iba a poder mantener bajo...
Pánico.

Pánico.

El ataque de pánico o crisis de angustia puede ocurrir cuando la ansiedad alcanza niveles muy altos súbitamente y desborda a la persona. Lo característico aquí es notar sensaciones físicas y psicológicas desagradables que no se reconocen y se identifican como peligrosas. Algunas podrían ser: sensación de ahogo, pinchazos en el pecho, mareo, sofoco, sudor, escalofríos, calambres, temblores, sentir que todo es raro, que no se ven las cosas como normalmente… Teresa me contó lo que sintió durante su ataque de pánico: “Es una experiencia verdaderamente horrible, porque tienes la absoluta convicción de que en ese momento estás sufriendo una terrible desgracia física o mental. De hecho, se pueden llegar a sentir muchos de los síntomas de un infarto.” Aunque realmente se trate de ansiedad y por tanto no haya peligro físico, las sensaciones son tan intensas y peculiares que Teresa le daba la peor de las interpretaciones (“me está dando un ataque al corazón”, “me voy a ahogar”, “me estoy volviendo loca”, “me voy a desmayar de un momento a otro”). Estos pensamientos hacen aumentar la ansiedad y se forma un círculo vicioso que parece no tener fin. La mayoría de las personas que sienten palpitaciones no le dan mayor importancia, pero la persona que sufre un ataque de pánico lo interpreta como algo peligroso y se pondrá en marcha el circuito fisiológico de la ansiedad. Se activa el lugar del sistema nervioso donde se aloja el miedo (la amígdala) y después la parte pensante del cerebro, donde se dará la interpretación fatal (“es un infarto, me voy a morir”). Aunque parezca una interpretación exagerada, lo cierto es...