645-651-251 calmapsicologia@gmail.com

Pánico.

Pánico.

El ataque de pánico o crisis de angustia puede ocurrir cuando la ansiedad alcanza niveles muy altos súbitamente y desborda a la persona. Lo característico aquí es notar sensaciones físicas y psicológicas desagradables que no se reconocen y se identifican como peligrosas. Algunas podrían ser: sensación de ahogo, pinchazos en el pecho, mareo, sofoco, sudor, escalofríos, calambres, temblores, sentir que todo es raro, que no se ven las cosas como normalmente…

Teresa me contó lo que sintió durante su ataque de pánico: “Es una experiencia verdaderamente horrible, porque tienes la absoluta convicción de que en ese momento estás sufriendo una terrible desgracia física o mental. De hecho, se pueden llegar a sentir muchos de los síntomas de un infarto.” Aunque realmente se trate de ansiedad y por tanto no haya peligro físico, las sensaciones son tan intensas y peculiares que Teresa le daba la peor de las interpretaciones (“me está dando un ataque al corazón”, “me voy a ahogar”, “me estoy volviendo loca”, “me voy a desmayar de un momento a otro”). Estos pensamientos hacen aumentar la ansiedad y se forma un círculo vicioso que parece no tener fin.

La mayoría de las personas que sienten palpitaciones no le dan mayor importancia, pero la persona que sufre un ataque de pánico lo interpreta como algo peligroso y se pondrá en marcha el circuito fisiológico de la ansiedad. Se activa el lugar del sistema nervioso donde se aloja el miedo (la amígdala) y después la parte pensante del cerebro, donde se dará la interpretación fatal (“es un infarto, me voy a morir”). Aunque parezca una interpretación exagerada, lo cierto es que el 20% de la población ha experimentado esto alguna vez, tanto hombres como mujeres.

 

pánico¿Cuál es la causa? ¿Cómo se producen estos episodios? Pueden ser muchas circunstancias. A veces son pequeños desarreglos físicos que no son nada peligrosos para nuestra salud, como cansancio extremo por falta de sueño o por ejercicio, cambios de franja horaria (jet lag), un estado de hipoglucemia (bajón de azúcar), o debilidad por hacer dieta. Pero también puede estar ligado a alguna enfermedad que sí sea potencialmente peligrosa, como haber sufrido ya una angina de pecho.

Otras veces es consecuencia de una reacción negativa a ciertas sustancias, como cafeína, marihuana o cocaína. También puede ser facilitado por los síntomas experimentados durante una gripe o incluso los de una contractura muscular. Otra forma de inicio puede ser una exageración de la ansiedad normal en un momento de tensión, como un examen o una fuerte discusión.

Cuando una persona ha tenido más de un ataque de pánico y tiene miedo del siguiente, ha desarrollado un trastorno de pánico. Las personas proclives a desarrollarlo suelen tener el primero entre finales de la adolescencia y principios de la adultez.

¿Y qué hizo Teresa cuando terminó el mal rato? Cuando pasó todo, Teresa necesitó sentarse porque aún tenía la sensación de que iba a caerse. Se fue a una farmacia a que le tomaran el pulso, se lavó la cara para refrescarse y respiró despacio mientras todo volvía a la normalidad. Se sentía muy vulnerable. Se volvió hipersensible a cualquier indicio de que el episodio pudiera repetirse, lo que le hacía estar alerta y asustada. Lo que de verdad la ayudó fue la explicación de su psicólogo y la correcta interpretación de todos los síntomas experimentados.

En algunos casos la persona termina sintiendo un miedo permanente que puede desembocar en agorafobia. En nuestro próximo post hablaremos de este trastorno.

Si te ha gustado, compártelo...