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¿De qué tienen miedo los nenes?

¿De qué tienen miedo los nenes?

Los padres sufren cuando sus hijos pequeños se despiertan por la noche. Sufren por los niños, porque les crea impotencia oír “papá, tengo miedo” y no saber cómo aliviarles esa emoción negativa. Y también sufren en primera persona, por ellos mismos, porque despertarse en pleno sueño no le sienta bien a nadie. Muchos papás intentan convencer a los pequeños de que no hay nada que temer. Abren los armarios y miran debajo de la cama, se deshacen en argumentos para demostrar lo que para un adulto es tan evidente. Pero no pueden tranquilizarles por mucho que hagan, porque el miedo forma parte del desarrollo evolutivo del niño, de su evolución natural. En algunos casos, es cierto que el miedo es exagerado, crea demasiado malestar y se sale de lo normal para la edad del niño. Si es así, se puede intervenir psicológicamente. En una ocasión tuve la oportunidad de acudir a una interesante conferencia sobre miedos infantiles. La ofrecía Mireia Orgilés, doctora en psicología que coordina la Unidad de Terapia de Conducta Infantil en la UMH. En ella aprendí cuáles son los miedos principales que suelen aparecer en las primeras etapas de la vida, según la investigación. Esta información puede ayudarnos a comprender mejor a los niños. En su primer año de vida, los bebés tienen miedo a estar separados de sus padres, a personas u objetos extraños, a ruidos fuertes, a las alturas y a la pérdida de apoyo (físico). De 1 a 3 años, siguen teniendo miedo a todo lo anterior, a lo que se añaden los fenómenos naturales, como la lluvia y los truenos, y también...
Afrontando miedos.

Afrontando miedos.

Un dicho popular que es cierto es que “la mejor forma de acabar con un miedo es hacerle frente”. Seguro que has afrontado y superado alguna vez una situación que temías. Pero ¿sabemos los mecanismos psicológicos que intervienen en este proceso? Cuando enfrentamos algo a lo que temíamos con mucha intensidad, se producen en nosotros una serie de cambios positivos: -A nivel físico o fisiológico, al principio puede haber sensación de vértigo o aprensión, de estar en la cuerda floja, pero poco a poco nos podemos sentir liberados de estas sensaciones negativas y de la tensión muscular que aparecía simplemente con pensar en el acercamiento, y pueden ir surgiendo sensaciones agradables que nos indican que “algo está cambiando”. Se acabó el temblor, el ahogo, el mareo, el sudor, la opresión. Podemos sentirnos fuertes, estables, íntegros y capaces. -A nivel cerebral o neurológico, se establecen nuevas conexiones neuronales que nos permiten ver el objeto o la situación en cuestión desde una perspectiva renovada. Metafóricamente, se quita la etiqueta de “prohibido el paso” que le pusimos previamente, y se sustituye por otra que dice “se puede entrar sin problemas”. El cambio de esta etiqueta simbólica es crucial porque nuestro cerebro es muy obediente con la clasificación que hemos hecho, y si le decimos que algo es peligroso o tabú, nos protegerá del contacto con ello. -Con respecto a nuestros pensamientos o nivel cognitivo, donde antes había sombras, oscuridad y miedo éstas se disipan y aparece la claridad cristalina y la nitidez. Nos damos cuenta en poco tiempo de que nuestra visión estaba empañada por un velo oscuro que no nos permitía...
Agorafobia.

Agorafobia.

Etimológicamente significa “miedo a los espacios públicos abiertos” en los que puedan presentarse aglomeraciones. Clínicamente es el miedo a tener un ataque de pánico en un lugar del que no puedas escapar con seguridad, o el miedo a tener problemas de ansiedad y no tener la situación bajo control y que pueda resultar difícil o socialmente embarazoso pedir ayuda o escapar. Tiene un punto de miedo al ridículo, de vergüenza. Víctor padecía agorafobia y solía evitar calles llenas, atascos, playas, medios de transporte, esperas, hacer cola, por la sensación de sentirse atrapado y no poder huir de allí en el momento que lo necesitase. A veces no se trataba de un sitio concreto, sino que lo que le provocaba mucha ansiedad era una peculiar combinación de sensaciones y escenarios. Lo habitual es que haya ataques de pánico previos y luego se vaya desarrollando la agorafobia. Pero también se pueden dar por separado, es decir, sólo pánico o sólo agorafobia. Víctor ya había sufrido en el pasado algunas crisis de pánico y tenía mucho miedo de que se repitiera un episodio tan intenso y desagradable. Mientras algunas personas que sufren agorafobia han tenido muy pocos ataques de pánico y lo que les queda vigente es el miedo de que se repita (aunque no suceda), a Víctor le sucedían de forma repetitiva pudiéndose producir en cualquier momento. Vivía con una hipersensibilidad a sus propias sensaciones corporales y a lo que recibían sus sentidos del entorno. Procuraba no frecuentar cualquier lugar en el que creyera que podía agobiarse, que podía aumentar su ansiedad y que no la iba a poder mantener bajo...
Pánico.

Pánico.

El ataque de pánico o crisis de angustia puede ocurrir cuando la ansiedad alcanza niveles muy altos súbitamente y desborda a la persona. Lo característico aquí es notar sensaciones físicas y psicológicas desagradables que no se reconocen y se identifican como peligrosas. Algunas podrían ser: sensación de ahogo, pinchazos en el pecho, mareo, sofoco, sudor, escalofríos, calambres, temblores, sentir que todo es raro, que no se ven las cosas como normalmente… Teresa me contó lo que sintió durante su ataque de pánico: “Es una experiencia verdaderamente horrible, porque tienes la absoluta convicción de que en ese momento estás sufriendo una terrible desgracia física o mental. De hecho, se pueden llegar a sentir muchos de los síntomas de un infarto.” Aunque realmente se trate de ansiedad y por tanto no haya peligro físico, las sensaciones son tan intensas y peculiares que Teresa le daba la peor de las interpretaciones (“me está dando un ataque al corazón”, “me voy a ahogar”, “me estoy volviendo loca”, “me voy a desmayar de un momento a otro”). Estos pensamientos hacen aumentar la ansiedad y se forma un círculo vicioso que parece no tener fin. La mayoría de las personas que sienten palpitaciones no le dan mayor importancia, pero la persona que sufre un ataque de pánico lo interpreta como algo peligroso y se pondrá en marcha el circuito fisiológico de la ansiedad. Se activa el lugar del sistema nervioso donde se aloja el miedo (la amígdala) y después la parte pensante del cerebro, donde se dará la interpretación fatal (“es un infarto, me voy a morir”). Aunque parezca una interpretación exagerada, lo cierto es...
Fobia a las “cuquis”.

Fobia a las “cuquis”.

Lorena tiene un miedo intenso a las cucarachas. Cuando alguien siente un miedo intenso o descontrolado a algo concreto, ya sea un objeto, animal, persona, actividad o situación, hablamos de fobia específica.  Aunque “fobia” es un término conocido por todos, no lo son tanto las consecuencias que puede acarrear en la vida de una persona padecer este miedo. Las fobias más comunes son: a ciertos animales, como cucarachas y arañas; a las alturas; a la sangre, inyecciones o heridas; a conducir; a subir en avión; a los espacios cerrados. También hay otras más raras, como a los payasos o a los botones. En realidad, hay una extensísima lista de fobias existentes. Si las viéramos en orden alfabético, hay alrededor de 50 sólo con la letra “a”. Normalmente, como hizo Lorena, las personas sólo van a la consulta del psicólogo cuando este problema les afecta en su vida cotidiana. Cuanto más le incapacite, le limite o rompa su vida normal, más ganas tendrán de superar su miedo. En el caso de Lorena, se encontraba frecuentemente con alguna cucaracha debido a que eran habituales en la zona donde vivía y le daban unos sustos enormes. Lorena realmente creía que no había nada que hacer para solucionar su problema, porque había ido a más. El objeto del miedo, en su caso las cucarachas, se convirtió en algo aterrador y ella sólo podía pensar en evitarlas a toda costa. Cuando estaba en un lugar donde cabía la posibilidad de que hubiera alguna, se sentía en alerta constante y lo pasaba muy mal. Pisarla y tirarla a la basura le suponía una terrible prueba,...