645-651-251 calmapsicologia@gmail.com
¿Esa edad tengo yo?

¿Esa edad tengo yo?

Era una mañana cualquiera. José Luis leyó en el periódico “un hombre de 42 años…” y de repente cayó en la cuenta: “anda, pero si yo tengo 42 también”. Se sorprendió. Había visto la noticia con distancia y se había formado su propio estereotipo de esos 42 años, que no encajaba con su imagen de sí mismo. A la hora de activar un estereotipo, nos influyen las ideas preconcebidas que tenemos del mundo, que hemos recibido a través de las películas, las novelas, o cualquier medio que contribuya a crear las imágenes que tenemos del mundo. Todos guardamos estereotipos sobre ciertos conceptos, aunque a veces no nos sirven de mucho. Es curioso cómo vemos la edad distinta si se trata del “otro”, en abstracto, o de nosotros mismos, sobre todo conforme nos hacemos adultos. Se produce una separación entre la edad subjetiva y la objetiva, y los estereotipos nos ayudan a separarlas. Tendemos a imaginar a una persona adulta con determinado aspecto, atuendo, o actitud (de señor o señora), mientras que cada vez son más las personas que alargan su identidad con un aspecto juvenil o desenfadado, que acompañan con una actitud de persona que no se siente particularmente mayor. El niño que llevamos dentro, junto a nuestra faceta inmadura o infantil, muchas veces nos influye más que nuestra parte adulta y civilizada. A veces, para ser adultos, nos limitamos a lo que “debe hacer” un adulto, pero prevalece nuestra parte sin “domesticar”. Aunque seamos jóvenes, o nos sintamos así, hay varias situaciones en la vida cotidiana en las que nos topamos de frente con “el paso del tiempo”: -Cuando vemos una foto antigua:...
Resistencia al estrés (Parte II).

Resistencia al estrés (Parte II).

-Apoyo social: tener amigos, colegas y conocidos, es necesario. Poder contar con gente con la que poder hacer bromas, hablar de cosas triviales y en algún momento poder confiar en alguien, nos permite canalizar nuestro malestar. Hablar de nuestros quebraderos de cabeza de vez en cuando con las personas indicadas puede ser beneficioso también para ordenar las ideas y despejarnos. Sentir la calidez y el afecto de alguien puede ayudarnos a quitarle hierro a una preocupación incipiente y facilita el cambio de prisma. Todo esto contribuye a que veamos el mundo menos deshumanizado. ¡Sin olvidarnos de la risa compartida, que seguro que has comprobado lo bien que sienta! -Proyecto de vida activo: hacer cosas que nos gusten o que nos procuren bienestar a corto o a largo plazo. A veces estas cosas nos apetecerán y otras veces no, y tenemos que saber hacernos cargo aunque signifique retrasar la recompensa. Es importante que tengamos unos objetivos y que nos ocupemos en vez de (pre)ocuparnos. No nos vendrá bien ser demasiado sedentarios. Hay que vencer la inercia, no permitir que la pasividad se adueñe de nosotros. No “vegetar”, no “estar muertos en vida”. Creo que me habéis entendido… 😉 -Afrontamiento de las dificultades cotidianas: tener (o desarrollar) habilidades para afrontar los pequeños contratiempos diarios nos entrenará para manejar situaciones más complicadas en el futuro. Algunos recursos a desarrollar podrían ser: la paciencia, la tolerancia a la frustración, la tolerancia a los demás, la toma de decisiones, la flexibilidad para adaptarnos a las situaciones imprevistas, o saber poner límites para preservar nuestra integridad. -Aficiones gratificantes: dedicarnos a actividades que nos hagan sentir bien...
Tu psicólogo, un aliado.

Tu psicólogo, un aliado.

Cuando Jonás recibió ayuda psicológica hubo un aspecto del que no se atrevió a hablar directamente, pero no porque hubiera nada que lo impidiera, puesto que es algo muy importante para el buen desarrollo de la terapia, sino porque él se centró únicamente en su motivo inicial de consulta. Y este aspecto tan importante del que hablamos es la relación que se establece entre el cliente y el terapeuta. Si ésta es fluida, sincera y cálida, (en definitiva, buena), la probabilidad de que todo vaya bien es mucho más alta. Lidia no se imaginaba que su experiencia con la psicóloga iba a ser tan enriquecedora. Al principio tenía reparos en acudir porque le parecía difícil que alguien que la conociera de nuevas le pudiera comprender o ayudar a superar su problema. Y no sólo ocurrió eso, sino que aprendió recursos de afrontamiento que le servirían ya para el resto de su vida. La “alianza terapéutica”, como también se llama a esta relación, ha sido objeto de estudio por la relevancia que tiene. Para los curiosos: se basa en lo que en el campo se llama “empirismo colaborativo”. Empirismo, porque ambos (cliente y terapeuta) trabajan como dos científicos cuya tarea es poner a prueba las ideas irracionales del cliente. Y colaborativo, porque los dos cooperan conjuntamente para lograr el objetivo. Eso fue lo que ayudó a Lidia a superarse a sí misma. Era como multiplicar por dos las fuerzas para ordenar sus ideas y comprobar cuáles eran aceptables y cuáles desechables. Ella se dejaba guiar por su terapeuta, se entrenaba en las técnicas y llegaba un momento en el que...
¿Cómo es para ti cambiar de año?

¿Cómo es para ti cambiar de año?

Se ha terminado un año y ha empezado otro. Esta frase puede sonarnos de distintas maneras: Para algunos de nosotros, simplemente se pasa de uno al otro, a otras cosas, así como todos los días vamos terminando cosas y pasamos a la siguiente. No tiene mayor trascendencia, la vida sigue y nuestra rutina va a ser la misma. Miramos siempre hacia adelante, quizá con esperanza de que vengan cosas buenas, pero sin reparar mucho sobre ello. Quizá con intención de poner ilusión y motivación a nuestra vida, pero sin que eso suponga nada extraordinario. No necesitamos reflexionar más que cualquier otro día. Tenemos claras las cosas que hemos de hacer y las hacemos, sin más. Y cuando no las tenemos claras, las aclaramos. No caemos en la parálisis por análisis. Primero tomamos una decisión y a continuación hacemos, y no hay que darle más vueltas. Vivimos en el presente, aquí y ahora, disfrutamos de la vida y nos ocupamos de lo que tenemos delante. Actuamos. El movimiento se demuestra andando. Y después, lo hecho, hecho está, y el pasado ya pasó. ¿Para qué mirar atrás? Si no va a volver… No nos gusta repensar las cosas, preferimos dejarnos llevar y a veces simplemente coger lo que la vida nos ofrece. Aprendemos de nuestros errores por la famosa máxima de ensayo y error. Somos consecuentes y muchas veces tenemos la posibilidad de corregirnos para la siguiente vez. Preferimos centrar nuestra atención en algo útil, que nos sirva para algún fin concreto. Vamos apagando los fuegos que haya que apagar y creando las circunstancias que queramos crear. Somos prácticos. Tenemos la...