645-651-251 calmapsicologia@gmail.com

Tu psicólogo, un aliado.

Tu psicólogo, un aliado.

Cuando Jonás recibió ayuda psicológica hubo un aspecto del que no se atrevió a hablar directamente, pero no porque hubiera nada que lo impidiera, puesto que es algo muy importante para el buen desarrollo de la terapia, sino porque él se centró únicamente en su motivo inicial de consulta.

Y este aspecto tan importante del que hablamos es la relación que se establece entre el cliente y el terapeuta. Si ésta es fluida, sincera y cálida, (en definitiva, buena), la probabilidad de que todo vaya bien es mucho más alta.

Lidia no se imaginaba que su experiencia con la psicóloga iba a ser tan enriquecedora. Al principio tenía reparos en acudir porque le parecía difícil que alguien que la conociera de nuevas le pudiera comprender o ayudar a superar su problema. Y no sólo ocurrió eso, sino que aprendió recursos de afrontamiento que le servirían ya para el resto de su vida.

La “alianza terapéutica”, como también se llama a esta relación, ha sido objeto de estudio por la relevancia que tiene. Para los curiosos: se basa en lo que en el campo se llama “empirismo colaborativo”. Empirismo, porque ambos (cliente y terapeuta) trabajan como dos científicos cuya tarea es poner a prueba las ideas irracionales del cliente. Y colaborativo, porque los dos cooperan conjuntamente para lograr el objetivo.

Eso fue lo que ayudó a Lidia a superarse a sí misma. Era como multiplicar por dos las fuerzas para ordenar sus ideas y comprobar cuáles eran aceptables y cuáles desechables. Ella se dejaba guiar por su terapeuta, se entrenaba en las técnicas y llegaba un momento en el que comprobaba que algunos de sus pensamientos y conductas no se sostenían sobre una base real, no le beneficiaban y no tenía ningún sentido seguir alimentándolos.

Para conseguir todo esto, la terapeuta debió cuidar el clima que creó con Lidia. Eso fue imprescindible para que ésta última pudiera tener el convencimiento de que lo que estaban haciendo juntas era fructífero. Crear una buena atmósfera es una condición esencial y facilita que el cliente colabore con su tratamiento.

También es importante el factor confianza: que el cliente confíe en su terapeuta y que confíe en que la terapia y las tareas que hará, tanto en consulta como en casa, le van a servir para mejorar.

En algunos casos el cliente, sin darse cuenta, estará dificultando que se produzca el efecto deseado del tratamiento. Estos casos ocurren cuando no colabora con el terapeuta, ya sea porque no cree en que las técnicas sean válidas (en que la ciencia ha estudiado que funcionan) o porque acude sin motivación para superarse.

Por eso en casos en los que la persona va a consulta presionada por algún familiar (que está harto de que “le salpiquen” las consecuencias del problema) y no por iniciativa propia, hay que establecer unas normas y un acuerdo de colaboración antes de iniciar la terapia. De modo que ésta sólo se empezará si se asume un compromiso por parte del cliente de seguir las instrucciones del terapeuta, aunque a priori no vea nada claro el camino que tomará el tratamiento o incluso no crea que funcione. Si cumple con su parte, hay trato y poco a poco comprobará los cambios que se producen.

En el caso de Lidia, que fue equipada de motivación propia para cambiar su realidad psicológica, siguió las prescripciones sin problemas y se implicó en el tratamiento, lo tuvo todo de su parte para terminarlo con éxito.

En esta circunstancia suelen encontrarse los testimonios de casos en los que el tratamiento les parece estupendo porque les ha servido para superar su problema y mejorar su calidad de vida. En estos casos ha influido, sin duda alguna, la relación que tenían con su terapeuta. Una relación cómoda para ambos es ideal para avanzar en el proceso.

concept of teamwork

Pero cuidado, porque cuando la relación es muy gratificante para el cliente puede aparecer la dependencia emocional hacia el terapeuta, y esto no es bueno porque de lo que se trata es de que la persona tenga autonomía suficiente para aplicar a su vida los recursos y habilidades adquiridas. El terapeuta no es un amigo, aunque se deba establecer una relación basada en la simpatía y por supuesto en la confidencialidad. Es importante discriminar los roles de cada uno para que no haya malentendidos y ambos se beneficien.

En resumen, cuando se da una buena relación terapéutica se une:

1) la eficacia empíricamente probada de la técnica con

2) la buena actitud de la persona que debe implicarse para superar su problema, y

3) el buen hacer de la práctica profesional.

Y todo ello facilita:

1) que la técnica se aplique correctamente proporcionando unos cambios,

2) que la persona asimile y consolide el proceso de cambio y recuperación y

3) que el profesional ofrezca un servicio de calidad y finalmente se produzca la mejoría.

Si te ha gustado, compártelo...