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Fobia a las “cuquis”.

Fobia a las “cuquis”.

Lorena tiene un miedo intenso a las cucarachas. Cuando alguien siente un miedo intenso o descontrolado a algo concreto, ya sea un objeto, animal, persona, actividad o situación, hablamos de fobia específica.  Aunque “fobia” es un término conocido por todos, no lo son tanto las consecuencias que puede acarrear en la vida de una persona padecer este miedo.
Las fobias más comunes son: a ciertos animales, como cucarachas y arañas; a las alturas; a la sangre, inyecciones o heridas; a conducir; a subir en avión; a los espacios cerrados. También hay otras más raras, como a los payasos o a los botones. En realidad, hay una extensísima lista de fobias existentes. Si las viéramos en orden alfabético, hay alrededor de 50 sólo con la letra “a”.

Normalmente, como hizo Lorena, las personas sólo van a la consulta del psicólogo cuando este problema les afecta en su vida cotidiana. Cuanto más le incapacite, le limite o rompa su vida normal, más ganas tendrán de superar su miedo. En el caso de Lorena, se encontraba frecuentemente con alguna cucaracha debido a que eran habituales en la zona donde vivía y le daban unos sustos enormes.

Lorena realmente creía que no había nada que hacer para solucionar su problema, porque había ido a más. El objeto del miedo, en su caso las cucarachas, se convirtió en algo aterrador y ella sólo podía pensar en evitarlas a toda costa. Cuando estaba en un lugar donde cabía la posibilidad de que hubiera alguna, se sentía en alerta constante y lo pasaba muy mal. Pisarla y tirarla a la basura le suponía una terrible prueba, un reto imposible de realizar. Pero no sólo eso. Había dejado de comer dátiles (que le encantaban antes) porque le recordaban a estos bichos. Cualquier mancha en el suelo mientras caminaba le hacía saltar con terror. Incluso se le disparaba la ansiedad si veía la palabra escrita o la pronunciaba, por eso cuando tenía que hablar de ellas las llamaba “cuquis”.

Cuando se encontraba con ansiedad podía sentir físicamente diferentes reacciones desagradables, como opresión en el pecho, fuertes palpitaciones y dificultades para respirar con normalidad. También sentía dolores musculares, pinchazos, mareos… Estos síntomas, aunque son desagradables, son absolutamente inocuos y pasajeros, propios de la reacción del organismo ante el peligro que ha percibido. Las personas con una fobia específica piensan que acercarse a lo que les da tanto miedo producirá alguna catástrofe en ellas, aunque tal catástrofe no va a ocurrir. Sin querer, hacen el miedo mucho más grave de lo que es en realidad.

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¿Por qué pasa esto, por qué se tiene fobia? Las fobias las hemos aprendido en algún momento de nuestra vida, aunque a veces no alcancemos a recordar cuándo fue. Lo más probable es que alguna experiencia desagradable de nuestra vida se nos haya quedado grabada. Por ejemplo, si nos pica una abeja cuando somos niños y vivimos una experiencia traumática, es posible que de adultos desarrollemos una fobia a este insecto.

También puede ser que hayamos visto esa experiencia en otra persona. Es la forma de aprender más propia de la infancia. Los niños imitan a padres, profesores y otros niños. Notan las reacciones de ansiedad de los demás y las copian fácilmente. Por ejemplo, si a una madre le dan miedo los perros, es probable que su niño sin darse cuenta copie el mismo miedo y el mismo comportamiento: se asuste mucho cuando vea uno, cambie de acera, se ponga a gritar si se le acerca, etc. Cuando somos mayores, es más raro que esto pase, porque cuesta más aprender algo nuevo.

A veces es una cuestión cultural. Por ejemplo, aunque en otros países (como Japón) se comen algunos insectos, en el nuestro eso es impensable y nos dan asco. Aunque el asco y el miedo son cosas diferentes, el tratamiento psicológico es el mismo para los dos.

Enfrentarse a una fobia es un gran logro. Para una persona fóbica superar su miedo es un gran paso hacia una vida más libre y más plena. Lorena estaba harta de este hándicap y decidió pedir ayuda.

El tratamiento para la fobia que recibió Lorena cumplió con el objetivo de que las cucarachas dejaran de darle miedo. Eso fue posible en mucho menos tiempo del que ella hubiera pensado nunca. El terapeuta tuvo la paciencia y la comprensión necesarias para entender todo lo que ella sentía. Le explicó todo lo que necesitó saber sobre el problema y la solución y le acompañó en un proceso que adaptó a su ritmo. Paso a paso Lorena consiguió vencer ese miedo y quedó libre de él para siempre.

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