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Ansiedad ante los exámenes.

Ansiedad ante los exámenes.

Es temporada de exámenes. Muchos alumnos de todos los niveles tienen que demostrar en una sola prueba que han adquirido unos conocimientos mínimos sobre la materia que han impartido sus profesores durante unos meses. Sienten que se lo juegan todo en un par de folios, y eso suele producir ansiedad. Si la ansiedad que aparece podemos describirla como estar alerta o muy activado, esto está bien y es lo deseable para afrontar la situación con éxito. Pero en el caso de Julia, siente una ansiedad patológica, excesiva, que no le ayuda a manejar la situación, sino al contrario, le boicotea.

Recordemos que la ansiedad tiene un origen evolutivo adaptativo, ya que es la respuesta del organismo que le prepara para luchar o huir ante un peligro real. Como aquí realmente no hay peligro, ya no es adaptativa.

Julia está pensando en posibles catástrofes antes de que ocurran y comete cuatro errores en su manera de ver la situación:

1) cree que hay más probabilidad de la que realmente hay de que ocurra lo que teme (por ejemplo, minutos antes de un examen Julia piensa “seguro que lo pondrán difícil y suspenderé”);

2) cree que lo que teme es más grave de lo que realmente es (piensa “si suspendo será horrible”, “como me toque repetirlo me muero”, “si suspendo mis padres me matan”);

3) cree que los recursos propios, los que ella tiene, son insuficientes. No confía en tener unos recursos mínimos que todos por el hecho de ser personas tenemos y cree que su control para salvar la situación y salir airosa es mínimo (“me bloquearé, me quedaré en blanco y no me acordaré de nada de lo que he estudiado”);

4) cree que todo el entorno estará en su contra, que la situación será de lo más hostil (“me pondrán justo la pregunta que no me sé y el profesor se quedará mirando cerca de mí lo que escribo y lo pasaré fatal”).

Como vemos, estas anticipaciones catastróficas le hacen imaginar todo tipo de desastres. Lo característico de la ansiedad patológica es que esas consecuencias tan malas no son reales, o al menos son mucho menos probables de lo que ella cree.

Scared Student and Monster

 

Las mismas reacciones que tendría aquel hombre prehistórico son las que pone en marcha involuntariamente Julia minutos antes de entrar a un examen. Y esto le ocurre porque la situación para ella es amenazante. Cree que puede tener consecuencias muy negativas y piensa en el miedo que tiene. Nota que se le acelera el corazón, se le seca la boca y le sudan las manos sin parar. Y aunque está acompañada por sus compañeros no habla porque está concentrada en sus síntomas. ¿Qué hace Julia a continuación?

Pues a veces las sensaciones son tan intensas y tan angustiosas que decide irse de allí y no presentarse al examen, huyendo de la situación y por tanto del malestar que siente.

Otras veces entra al aula, y ya con el examen delante le supera la ansiedad y entrega la mayor parte de las preguntas sin contestar con tal de salir cuanto antes de allí.

Pero lo que pasó la última vez fue que entró en un círculo vicioso de los diferentes síntomas de la ansiedad. Al sudarle y temblarle las manos le surgió el pensamiento “así no voy a poder escribir”, y entonces le aumentó la ansiedad y siguió sudando y temblando, de manera que se cumplió su peor fantasía y no pudo escribir casi nada. Llegó la hora tope, el profesor le recogió el examen y ella se sintió fatal.

Lo que Julia quería conseguir era sencillo: entrar al aula, ver el examen y al comprobar que sí sabía responder a las preguntas, centrarse en ellas y que la ansiedad fuera poco a poco en descenso, para concentrarse y plasmar todo lo que sabía. Julia se entrenó en mantener la ansiedad dentro de unos límites apropiados y ¡lo consiguió!

Cuando las personas se quejan de las molestas sensaciones de ansiedad y dicen que les gustaría no sentirla es comprensible, pero es importante tener en cuenta que cierto grado de ansiedad es bueno para la activación del organismo ante determinadas tareas, para poder estar alertas y pensar lúcidamente.

De nada serviría estar apáticos o demasiado relajados para enfrentarnos a un examen, porque lo haríamos peor que con una justa dosis de adrenalina.

Ayuda mucho a enfrentarnos a los síntomas de la ansiedad saber que es algo que nos sucede a todos los humanos, que no somos raros, aunque es cierto que puede haber muchas diferencias de una persona a otra. Las personas que noten estos síntomas con una intensidad desbocada o muy a menudo, en situaciones que claramente no los merecen, pueden aprender a mantenerla dentro de unos límites más moderados.

Se trata de convertirnos en expertos en mantenernos alerta pero bajo control, sin que lleguemos a estar tan ansiosos como para no poder afrontar las dificultades. Pero si intentamos hacerla desaparecer por completo, a parte de que probablemente no lo conseguiremos, tampoco obtendremos los efectos deseados en la tarea que nos propongamos.

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