645-651-251 calmapsicologia@gmail.com

Resistencia al estrés (Parte I)

Resistencia al estrés (Parte I)

No todas las personas tenemos la misma resistencia frente al estrés, ni la misma capacidad de funcionar bajo presión. No pasa nada porque así sea. Todos tenemos otras cualidades como contrapartida.

Seguro que conocéis a alguien que “se ahoga en un vaso de agua”, que es un “Mariangustias” o un manojo de nervios y ve problemas donde no los hay.

Y seguro también que conocéis a alguien que es todo lo contrario, que más bien está en medio del océano y dice “no, todo va bien, no me voy a ahogar”. Algunos pensaréis “¿cómo lo hace?”, “¿qué tiene esa persona que no tenga yo?”. Pues probablemente sí tenga algunos rasgos de personalidad que le facilitan mantenerse intacto ante determinadas circunstancias adversas en las que otros flaquearían.

Enrique Echeburúa, eminente catedrático de Psicología de la Universidad del País Vasco y muy conocido por su labor en investigación, recopila una lista de elementos que influyen en una mayor resistencia al estrés con el fin de poder llevar a cabo conductas preventivas.

Si aprendemos a desarrollar estos hábitos, o a fijarnos y copiar a los que más los practican, podremos desarrollar la fortaleza que nos falta y así estar mejor equipados para dar lo mejor de nosotros mismos en situaciones difíciles.

La capacidad de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas se llama “resiliencia”, y aunque a muchos no les agrada esta palabra, ya está incluida en el Diccionario de la Lengua Española. Es decir, que la resiliencia se refiere a la capacidad de afrontar la adversidad saliendo fortalecido y alcanzando un estado de excelencia.

Mujer resistiendo al estrés

Esta cualidad la podemos desarrollar más fácilmente si no permitimos que el estrés se convierta en algo crónico, porque en ese caso nos desgastaría demasiado y nos restaría autoestima al perder la sensación de eficacia. Si lo atendemos a tiempo, podemos tener más capacidad para sobreponernos a él.

Las 11 acciones propuestas provienen de la investigación en el campo del estrés. Algunas pueden parecer de sentido común, pero ¿cuántas veces las olvidamos? Éstas son las áreas a cultivar:

Control de emociones: aunque en ocasiones hemos de permitirnos expresarlas y liberarlas, a veces puede ser útil conservar la capacidad de autodominio y no dejarse desbordar por las emociones que no proceden en la situación o que nos incitan a actuar de forma que luego nos podemos arrepentir (con excesivo llanto, enfado o ira).

Valoración positiva de uno mismo: la razón es que si tenemos una imagen buena de nosotros mismos, seremos nuestro primer apoyo en los malos momentos. Eso lo transmitiremos a los demás, explícitamente o no. Y lo mismo ocurre al contrario: si tenemos una pobre autoimagen nos trataremos peor y lo reflejaremos a los demás, por lo que estaríamos tirando piedras sobre nuestro propio tejado y además siendo poco objetivos al ofrecer una imagen distorsionada.

Estilo de vida equilibrado: conocer nuestras necesidades y deseos y procurar llevar un balance adecuado para tenerlos cubiertos. No abusar de los hábitos nocivos. En el punto medio está la virtud. Variedad de ingredientes en la vida, algunos con moderación y otros con dosis justa. Por ejemplo, que haya variedad de ocio o en la alimentación, moderación de autoexigencia y de sobreesfuerzos, y dosis justa de compromisos y deberes, podría ser un comienzo.

Si te ha gustado, compártelo...