645-651-251 calmapsicologia@gmail.com

Ajuste de expectativas para evitar la frustración.

Ajuste de expectativas para evitar la frustración.

¿Habéis hecho la lista de buenos propósitos para el año nuevo? Venía pensando en ellos cuando he concluido que casi siempre es necesario hacer una reformulación. Si vemos que algunos objetivos no se van a poder cumplir, pero no queremos quitarles mérito a los que sí, tenemos que moderar nuestras exigencias.

Una forma eficaz de no dejar que las frustraciones nos tumben es redefinir lo que esperamos de los hechos que ocurren en nuestras vidas y que nos producen esa decepción, desencanto, malestar o pena.

Este cambio en lo que inicialmente tenemos previsto y lo que finalmente aceptamos también nos puede servir para atajar los problemas antes de que ocurran, o antes de que nos resulte inevitable definirlos como tales.

¿Pero cómo hacemos esto? Pues realizando un ajuste entre las expectativas que teníamos antes de que ocurriera el evento en cuestión y lo que realmente ha resultado. Esto, en realidad, es algo que hacemos continuamente en la vida, y nos sirve para adaptarnos de la manera más óptima posible al resultado real de los acontecimientos… y seguir siendo felices, a pesar de todo.

A veces lo hacemos de forma automática, sin darnos cuenta, porque de alguna forma vamos a lo práctico e intuimos que nos será útil cambiar el chip para no desanimarnos, alcanzar nuestros objetivos o disfrutar más de la vida.

Otras veces nos supone un esfuerzo para el que parece que no estamos preparados.

Print

Ejemplos de situaciones cotidianas que requieren un ajuste de expectativas serían:

-Para un día que esperábamos que fuera bien y ha sido difícil. Es fácil que tengamos la tentación de pensar “qué desastre”, “la vida es un asco”… y demás pensamientos negativos que pueden tener diferentes grados de intensidad. Pero también podemos tratar de encajar que simplemente ha sido un mal día y pensar que mañana será distinto.

-En una comida: por supuesto que en algo tan básico también tenemos que adaptar lo que esperamos a lo que luego realmente es. Si no sabemos cocinar y nos estamos entrenando, es posible que nuestra receta no quede tan espectacular como la de la foto de donde la hemos sacado, ni esté tan buena, porque no hemos sabido darle el punto exacto, pero no por eso debemos desistir. Debemos alentarnos, ya que las habilidades mejoran con la práctica.

-En una película: es una sensación fantástica ir a ver una película de la que no sabías nada y que resulte ser de ésas que te impactan positivamente, que te remueven emociones gratas que creías tener olvidadas, o que te hacen reflexionar y ver la vida con ojos renovados. Pero también puede ocurrir que varias personas te hayan asegurado que la película te va a provocar estos efectos y no sea así en absoluto.
En actividades de ocio, cuando la expectativa era alta y no se cumple, sentimos aburrimiento y decepción. Nos gusta mucho más el efecto sorpresa. Pero siempre podemos sobrellevarlo y aprender algo de la situación.

-En un curso: nos apuntamos a una formación que nos parecía interesante y después de comenzar nos damos cuenta de que no está enfocado como creíamos y no nos motiva en absoluto. Es probable que nos centremos en el aspecto formal de tener el título, en las puertas que nos abre. Y procuraremos pasarlo lo más ameno posible mientras decidamos asistir.

-Al tener un animal: es típico en los niños querer tener un perro y ver en esa opción sólo ventajas, pero luego llega la hora de la verdad y no se esperan que también pueda ser incómodo estar cada dos por tres en el veterinario, sacándolo tres veces al día a la calle a pasear, recoger sus cacas, alimentarlo, educarlo, etc. Hay que aprender a disfrutarlo asumiendo la responsabilidad que conlleva.

-Tener un hijo: muchas parejas deciden tener un hijo y sólo piensan en el bebé que ríe, que balbucea y hace gorgoritos. Pero la realidad les trae, además de eso, al bebé que les despierta por la noche llorando como si se acabara el mundo o al que empieza a comer dando manotazos a la cuchara cargada de comida y poniéndolo todo perdido.

-En una pareja: cuando pasan los meses del enamoramiento y nos damos cuenta de que esa persona, que estábamos seguros de que era tan maravillosa, tiene defectos, y algunos de ellos no sabemos si los podemos tolerar. Tenemos entonces varias opciones: o aprender a vivir con ellos, o negociar pequeños cambios o terminar con la relación.

-En una amistad: puede ocurrir que nos interesa una persona, nos parece simpática y nos acercarnos a ella porque pensamos que puede ser agradable iniciar una relación. Pero cuando lo intentamos, nos encontramos con que esa persona no sólo no nos corresponde sino que nos ofrece un trato hostil y no sabemos por qué. Lo mejor que podemos hacer al respecto es no darle más vueltas a sus motivos y dedicar nuestro tiempo a personas que sí nos aprecien.

-En una etapa vital: nos imaginamos a determinada edad con determinados bienes materiales o afectivos: “cuando tenga 30 años voy a tener un coche que me guste y una pareja estable con la que me llevaré genial…” Y luego resulta que, o bien no hemos podido conseguir esas adquisiciones, o bien no eran lo que esperábamos (al final el coche ha tenido que ser uno de segunda mano, elegido con el precio como criterio, y la pareja es estable, pero se lleva uno con ella como buenamente puede).

Si te ha gustado, compártelo...